En los últimos años se incorporaron en los grupos CREA Bragado y Alberti (región Norte de Buenos Aires) diferentes prácticas conservacionistas orientadas a brindar respuestas agronómicas a problemas productivos. Una de tales prácticas consiste en la siembra de verdeos invernales intercalados entre los cultivos de maíz temprano y soja de primera con el doble propósito de ser empleados como recurso forrajero y “cultivo de servicio” en lo que respecta a control de malezas y aporte de carbono, entre otros beneficios. La siembra de los “verdeos de servicio” –podríamos denominarlos así– suele realizarse en una gran proporción sobre cultivos de maíz temprano al voleo en pre cosecha o bien ni bien terminada la recolección (a más tardar hasta comienzos de abril).
Pero en la presente campaña 2022/23, debido a la severa restricción hídrica que afectó a la región de influencia de ambos grupos CREA, el área de maíz temprano es muy reducido, dado que la mayor parte del cereal –con muy buen tino– se sembró de manera tardía para escapar a la ausencia de lluvias que se preveía que iba a ocurrir en el mes de enero (y que finalmente sucedió).
Además de los problemas económicos y financieros derivados de la sequía, existen cuestiones agronómicas que también son alteradas por el desastre climático. ¿Qué hacer con los “verdeos de servicio” este año, en el cual el maíz temprano es casi una curiosidad?
El tema fue tratado recientemente en la Mesa de Asesores de la región Norte de Buenos Aires, donde la mayor parte de las opiniones coincidieron en la necesidad de mantener esa “tecnología de proceso” a pesar de la complejo coyuntura de la campaña 2022/23.
Por supuesto, la siembra de verdeos de servicio debe estar siempre condicionada por la presencia de un nivel adecuado de agua útil, para lo cual la medición sistemática de la napa freática se torna una metodología esencial para poder contar rápidamente con datos certeros para tomar decisiones.
Es aconsejable evaluar la posibilidad de realizar en pre cosecha una siembra aérea de verdeos para evitar las pérdidas por pisadas ocasionadas con aplicadoras terrestres.
En caso de no ser posible recurrir a un servicio profesional de siembra aérea, es recomendable evaluar correctamente en el equipo la relación entre el ancho efectivo de trabajo y el volumen de sólidos por dispersar, dado que, por encima de los 40 litros/ha, el ancho de trabajo debería reducirse para lograr una buena distribución y un bajo coeficiente de variación en la siembra.
Respecto a las especies por emplear, al considerar tamaño de semilla, facilidad para embeberse y precocidad a la encañazón, raigrás anual y avena parecen los mejores candidatos, siempre y cuando –claro– sea factible conseguir semilla que sea homogénea y de buena calidad. En cuanto al raigrás, lo ideal sería emplear tetraploides que puedan desenvolverse bien durante el invierno, existen varios cultivares disponibles que cumplen con tal requerimiento.
La siembra por voleo debería realizarse entre fines de febrero y comienzos de marzo. Es muy importante ajustar el coeficiente de logro: en siembras voleadas se debe aumentar hasta en un 20% este indicador respecto de siembras convencionales en líneas.
En cuanto a las malezas, con el verdeo logrado y el maíz ya con hojas secas, habrá que instrumentar seguramente una pulverización en pre cosecha con hormonales no volátiles y metsulfurón con el objetivo de intentar frenar el avance de rama negra, entre otras especies problemáticas. En algunas situaciones podría ser factible la posibilidad de aplicar en pre siembra glifosato con hormonales y metsulfurón.
Gracias a los aprendizajes logrados en los últimos años, por medio de los cuales pasamos de una agricultura “de insumos” o otra “de procesos”, en la cual los diseños agronómicos, junto con la generación de información y conocimiento, son aspectos clave, las empresas agropecuarias están mucho más sólidas para hacer frente a golpes climáticos. Y esa es una muy buena noticia.
Gerardo Chiara. Asesor de los grupos CREA Bragado y Alberdi. Región Norte de Buenos Aires