“Como empresarios agropecuarios hacemos análisis de suelos para diseñar estrategias de fertilización en base a modelos de simulación, aplicaciones dirigidas de herbicidas y control de pérdidas en cosecha, pero no podemos evitar que los peludos destruyan parte de la producción almacenada en silobolsas”.
Así lo indica Manuel Castellar, empresario integrante del CREA Azul Chillar, quien no paraba de preguntarse cómo es posible que, con los avances tecnológicos disponibles a la fecha, no existiese nada para resolver el problema de los daños de silobolsas ocasionados por plagas.
Para evitar a los jabalíes, Manuel emplea boyeros eléctricos. Pero eso no contiene a los armadillos peludos, quienes se las ingenian para romper la base de las bolsas y ocasionar destrozos que se agravan luego de temporales.
“Los daños provocados por peludos no sólo provocan la pérdida de parte de los granos producidos, sino que además pueden provocar rechazos comerciales que generan inconvenientes económicos y logísticos”, remarca el empresario.
La cuestión es que Federico Garriz, ingeniero electricista y amigo de Manuel, escuchaba regularmente las quejas del productor y le propuso un día intentar buscar juntos una solución al problema.
“A veces las ideas llegan en los momentos menos esperados. Estábamos en el cumpleaños de Federico, comiendo alfajores, y al quitar el papel metalizado dijimos esto tiene propiedades conductivas y ese fue el puntapié inicial de un desarrollo que ya está patentado”, expresa Manuel.
Luego de un año y medio de pruebas, finalmente lograron desarrollar un dispositivo que, por medio de descargas no letales, resultó exitoso para repeler todo tipo de fauna. Se trata de bandas conductivas, elaboradas con aluminio, que son alimentadas por la energía proveniente de un panel solar.
“Las cintas metálicas o bandas de protección se adhieren al contorno del silobolsa, copiando sus imperfecciones, y se aplican en diferentes niveles para repeler a distintitos tipos de animales; de esa manera se crea una suerte de jaula eléctrica que mantiene a salvo el contenido”, comenta.
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El dispositivo, que resulta muy fácil de instalar, mostró una efectividad total para evitar el daño de silobolsas efectuado por animales. “Al estudiar el comportamiento de armadillos, descubrimos que los individuos que reciben una descarga no letal luego no se vuelven a acercar a un silobolsa; el dispositivo genera un efecto persuasivo en ese sentido”, remarca.
¿Y en los días de lluvias, funciona? “Probamos el dispositivo en todas las situaciones meteorológicos y en ningún caso se alteró el sistema de protección”, afirma.
Los emprendedores, con el desarrollo patentado, ahora están en la fase de implementación comercial del dispositivo, para lo cual tienen dos alternativas: vender la tecnología a una empresa elaboradora de silobolsa, de manera tal de que pueda ofrecer su producto con un valor agregado adicional, o bien encontrar socios para comenzar a fabricar un kit autoinstalable a gran escala.
“Cuando comenzamos a pensar una solución con Federico, le dije para que funcione en el campo debe cumplir con tres premisas: barato, sencillo y fácil de instalar; y el equipo que desarrollamos las cumple”, remarca.
Manuel indica que algunas empresas agrícolas suelen contemplar una pérdida potencial en almacenamiento en silobolsa del 0,5% al 1,5% del volumen, algo que, si bien puede parecer poco, representa una cantidad nominal significativa de granos que no tendrían porqué perderse.
“No me resulta concebible que, después de todo el esfuerzo que hacemos por lograr una cosecha, parte de la misma se pierda de esa manera; la producción final lograda no es la que va a la tolva, sino la que extraemos del silobolsa”, resume.