Ante la grave situación del maíz por los daños irreversibles causados por Spiroplasma, en Tucumán se constituyó el “Comité Salvemos al Maíz” integrado por Apronor, el Colegio de Ingenieros Agrónomos y Zootecnistas de Tucumán, la región NOA de CREA y la Sociedad Rural de Tucumán.
Los integrantes de “Salvemos al Maíz” elaboraron un informe de situación sobre el impacto de la enfermedad que fue presentado al gobierno de Tucumán, ya que se considera crucial el trabajo conjunto entre el sector público y privado.
“El achaparramiento del maíz (Spiroplasma kunkelii) es una enfermedad que genera gran preocupación en las áreas productivas del país. Las pérdidas en la región del NOA para la campaña 2023/24 son significativas, en algunos casos ya llega al 100%, y en general la perspectiva de daño se estima en más del 50%”, señaló la agrupación por medio de un comunicado.
La enfermedad es transmitida por el insecto vector Dalbulus maidis, conocido como la “chicharrita del maíz”, el cual se alimenta y multiplica únicamente sobre plantas de esta especie. Es un insecto difícil de controlar y cuenta con ciertas particularidades, tales como su longevidad (45 a 70 días), y la posibilidad en invierno de refugiarse en cualquier otro cultivo e incluso permanecer varias semanas sin alimentarse.
Los adultos se protegen en el cogollo de la planta de maíz y tienen la capacidad de volar hasta 500 kilómetros ayudados por corrientes de aire. Por lo tanto, el insecto y las enfermedades que transmite requieren estrategias integradas de manejo a nivel regional.
“En este escenario, está en riesgo la producción de maíz a nivel nacional, cultivo necesario para la sustentabilidad del sistema. Para enfrentar esta batalla todos los integrantes de la cadena de producción debemos trabajar en conjunto, ya que resulta fundamental mantener a la población de la plaga en el nivel más bajo posible porque, de lo contrario, volverán a registrarse en el ciclo 2024/25 problemas similares a los ocurridos en la presente campaña”, remarcó “Salvemos al Maíz”.
La agrupación indicó que considera fundamental adoptar un “vacío sanitario” de 90 días previos a la fecha regional de siembra (diciembre/enero), control permanente de maíz guacho o voluntario y el monitoreo de la población del insecto vector previo a la siembra y durante las etapas iniciales del cultivo.
También, en lo que respecta a prácticas de manejo, recomendó elegir los híbridos menos susceptibles a la enfermedad y concentrar las fechas de siembra en los meses más apropiados (fines de diciembre hasta mediados de enero).
“En síntesis, o nos salvamos todos o no se salva nadie. Debemos considerar que ninguna medida aislada es eficaz. No se trata de un problema que pueda resolverse de manera individual. Tenemos que aprender a convivir con la plaga, pero la clave es aprender a gestionarla para mantener un nivel de población bajo que sea controlable. Lograr reducir la población será el reflejo no sólo de un mejor manejo a nivel integral sino también y fundamentalmente del esfuerzo generalizado en la región siendo imperioso el trabajo coordinado entre los gobiernos provinciales”, alertó la agrupación.