Dos décadas atrás, la compañía entrerriana Berardo Agropecuaria SRL instrumentó el esquema de “siembras compartidas” con el propósito de incrementar la escala productiva para disminuir el impacto de los costos fijos. Sin embargo, con el tiempo, este sistema se transformó en un auténtico “ecosistema de negocios” a través del cual se potencian las capacidades de los diferentes integrantes.
Así es como la empresa, miembro del CREA Larroque-Gualeguay (región Litoral Sur), produce unas 45.000 hectáreas en el sur de la provincia de Entre Ríos –desde Victoria hasta Gualeguaychú– gracias al aporte en especies y/o dinero del 50% del capital total proveniente de propietarios de tierras, distribuidores de agroinsumos, proveedores de servicios y seguros agrícolas, compañías agroindustriales y exportadores de grano.
“Las siembras están concentradas en una determinada región agrícola, eso nos permite hacer un seguimiento estricto de las diferentes variables productivas y comerciales comprendidas en el negocio”, explica Germán Micheli, gerente de Negocios & Equipo de Gestión, Ecosistema Siembras Compartidas, Agronegocios, Sustentabilidad & Trazabilidad de Berardo Agropecuaria.
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Zonas productivas de Berardo Agropecuaria. Sede central en Urdinarrain
Inicialmente, el perfil de los inversores era bastante diverso, pero en los últimos años se fue concentrando en empresas que integran el ámbito agroindustrial entrerriano.
Mientras que Berardo Agropecuaria aporta el servicio de gerenciamiento, algunas labores e insumos, los socios brindan tierra, capital y las labores e insumos restantes. “Se trata de un sistema virtuoso porque, además de compartir el riesgo del negocio, los socios tiene un cliente asegurado para el producto que venden o el servicio que prestan”, remarca Germán.
El esquema está orientado a establecer relaciones de confianza que permitan realizar acuerdos con una mirada de largo plazo. La clave reside en poder atender las necesidades de cada socio en particular. “Por ejemplo, las compañías avícolas que integran el sistema de siembras compartidas lo hacen para asegurarse la provisión de una parte del maíz y de la soja que consumirán en el transcurso del año”, señala el gerente de Berardo Agropecuaria.
Todos los aportes realizados en producto o servicio se consideran en dólares al tipo de cambio oficial vigente al momento de su incorporación al negocio. En caso de que haya varios socios que ofrezcan el mismo producto o servicio, se le pide cotización a cada uno de ellos y aquel que brinda el mejor precio y/o condición de entrega se queda con la venta.
El sistema cuenta con dos modalidades. La primera es a través de una aparcería, en la cual el socio retira granos para comercializarlos por su cuenta. Eso, obviamente, requiere que el socio en cuestión se encuentre registrado en el Sistema de Información Simplificado Agrícola (SISA) de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP). La segunda alternativa es que Berardo Agropecuaria se encargue de la gestión comercial de los granos, para lo cual se establece un contrato de mutuo con los socios.
“En el balance, los aportes realizados en el esquema de aparcería se incorporan como sementera, mientras que en los contratos de mutuo se contabilizan como un crédito”, apunta Germán.
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Germán Micheli
Es importante aclarar que el sistema no comprende un “fondo” único que incluye todos los aportes, sino que cada acuerdo se confecciona de manera particular en función de los requerimientos y necesidades de los diferentes socios. “Mantenemos un contacto permanente con ellos, a través de reportes de información y asistencia. Tenemos socios que nos eligen desde hace más de 15 años”, comenta el gerente de Berardo Agropecuaria.
En la presente campaña agrícola, si bien algunos socios manifestaron la intención de incrementar sus aportes al sistema de “siembras compartidas”, en la empresa prefirieron sacar el pie del acelerador para mantener la misma superficie que el año anterior.
“Este año no decidimos no crecer para no convalidar los elevados valores de arrendamiento que se pedían en la provincia de Entre Ríos; no nos sentíamos cómodos con el elevado riesgo que hubiese implicado asumir tales valores”, confiesa Germán.
La empresa tiene en carpeta varios proyectos, uno de los cuales consiste en replicar el modelo de las “siembras compartidas” en otras regiones del país o incluso en Uruguay. También exploran la posibilidad de extrapolar el esquema a negocios ganaderos.
“El sistema de siembras no es sólo una forma de compartir riesgos, permite, además, promover el crecimiento de los negocios propios de cada socio y valorizar el capital tierra por medio de la producción sostenible con una mirada de largo plazo”, concluye Germán.