9 de febrero de 2025 en Buenos Aires

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La región CREA Sur de Santa Fe recibió la visita de un grupo de productores texanos

Se interiorizaron sobre los sistemas productivos argentinos y el funcionamiento de la metodología CREA. También visitaron un innovador sistema ganadero.

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Esta semana empresarios CREA de la región Sur de Santa Fe recibieron a un grupo de productores estadounidenses –más precisamente texanos– que se encuentran en el país en el marco de una gira agropecuaria.

Los farmers texanos visitaron establecimientos de los grupos CREA María Teresa y Santa Isabel para interiorizarse sobre el diseño de los sistemas agronómicos argentinos, en los cuales se destaca la siembra directa y la cobertura del suelo durante todo el año para consolidar la sostenibilidad de los sistemas productivos.

También se interiorizaron sobre la dinámica de la metodología CREA. En EE.UU. no es usual encontrar grupos de farmers que compartan información y conocimientos en un ámbito institucionalizado, razón por la cual mostraron particular interés en el funcionamiento de la red CREA.

Además realizaron consultas sobre las particulares condiciones macroeconómicas y tributarias presentes en el país, las cuales son sustancialmente diferentes a las vigentes en EE.UU.

La recorrida no podría haberse hecho en un momento más oportuno, porque los texanos tuvieron la oportunidad de recorrer lotes excepcionales de maíz temprano que apuntan a rendir más de 12.000 kg/ha. Los cultivos de soja también están espectaculares.

Recorrida.PNG

La recepción fue posible gracias a la colaboración de Eugenio de Bary y Francisco Macadam (CREA María Teresa), Enrique Martin y Carolina Giroy (CREA Santa Isabel), Emilio Paris y Gabriel Magnabosco (asesores CREA) y Román Domínguez (coordinador regional CREA Sur de Santa Fe).

En la recorrida se incluyó la visita a un innovador sistema productivo ganadero que logró implementar un modelo intensificado en un entorno eminentemente agrícola.

Detrás de un problema, una oportunidad

Eugenio De Bary, empresario agropecuario, y Lisandro Capozucca, distribuir de semillas, balanceados y productos veterinarios, son amigos desde hace tiempo. Y un día decidieron también ser socios en un proyecto productivo que se transformó, casi de casualidad, en un catalizador de innovaciones.

El campo lindante al establecimiento de Eugenio, localizado a pocos kilómetros del pueblo santafesino de Elortondo, comenzó a ofrecerse en alquiler, pero no encontraba interesados, porque 700 de las 900 hectáreas que lo integran están conformadas por un bajo inundable con “pelo de chancho”, mientras que el sector restante cuenta con aptitud.

Ese establecimiento, que en la Cuenca del Salado no tendría mayores inconvenientes en encontrar interesados, en el sur de Santa Fe no tiene gran demanda porque la mayor parte de las empresas de la zona son agrícolas.

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Pero Eugenio, quien contaba con un planteo ganadero con invernada de compra, decidió, junto a Lisandro, ofrecer a la propietaria del campo un acuerdo de arrendamiento con pago en qq/ha de soja para el sector agrícola y en kg/ha de novillo en los bajos. Así comenzaron a implementar una recría de base pastoril tradicional en el nuevo establecimiento, la cual se complementaba con el corral de engorde localizado en el campo de Eugenio.

Pero Lisando quería crecer en cantidad de cabezas y, entre sus tantos clientes tamberos de la zona, había uno con un sistema estabulado que picaba pasto para distribuirlo entre la vacas lecheras. Y recordó que Eugenio había comprado tiempo atrás una picadora, la cual dormía en un galpón luego de haberla probado sin obtener resultados.

¿Qué pasa si empezamos a cosechar pasto? No se quedaron solamente con la pregunta, sino que pusieron manos a la obra para transformar completamente el sistema de recría.

Diseñaron cinco ensenadas amplias con comederos caseros, armados con dos boyeros, donde por la mañana se reparte una ración conformada por silo de maíz, poroto soja y núcleo vitamínico, mientras que por la tarde es el turno del pasto fresco picado, el cual se ofrece en función de los requerimientos de cada tropa.

Se fueron equipando con los años: a la fecha cuentan con tres picadoras y dos carros forrajeros, los cuales tienen un dispositivo que permite repartir el pasto sin tener que desenganchar la picadora, lo que posibilita ahorrar mucho tiempo y facilitar la tarea al personal. También disponen de dos mixers, uno dedicado al corral de engorde y otro en el campo arrendado lindante, además de un tercero –usado– que está de reserva por si alguno de los dos jugadores titulares tiene algún inconveniente.

NovilloenAlfalfa.PNG

“El sistema se autoabastece de la mayor parte de los recursos que emplea, porque el pasto cosechado de las pasturas de alfalfa y de los verdeos de raigrás y avena, junto con el maíz y la soja, provienen todos del establecimiento”, comenta Eugenio. “Hacemos también trigo y, en caso de que veamos que no llegamos con el silo de maíz, lo picamos en el mes de noviembre, mientras que si la oferta de recursos es adecuada, lo cosechamos para enviar el cereal al puerto”, añade.

¿Qué hacen en los días de lluvia? Los animales recriados son derivados a un sector elevado del campo, para que no se embarren, y se les ofrece tanto a la mañana como a la tarde la ración integrada por silo de maíz, poroto de soja y núcleo. Como el campo tiene una buena pendiente, los excesos hídricos tardan poco tiempo en escurrir.

La clave para que el sistema funcione es contar con un equipo de personas responsables y motivadas. “Estamos muy orgullosos de haber formado un equipo con trabajadores muy profesionales que se ocupan de confeccionar y distribuir las raciones y el pasto cosechado a la hacienda, pero sin quitar un ojo de los animales, de manera tal de advertir si alguno necesita una atención especial”, remarca Eugenio.

Por supuesto, para que los trabajadores puedan realizar su labor , es necesario que cuenten con las herramientas adecuadas, razón por la cual, además de las picadoras y los carros forrajeros, renovaron los tractores y adquirieron además una pala mecánica para el corral de engorde. La idea es que tengan puesta la atención en los animales y no es si es necesario arreglar un tractor para poder seguir trabajando.

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El sistema está adaptado para liberar tareas durante el período estival, de manera tal que los trabajadores puedan disfrutar de sus vacaciones sin que el sistema productivo se resienta. “Durante el verano, en vez de tener cinco ensenadas, nos quedamos solamente con una o dos, y el resto de los novillitos se destinan al campo natural”, comenta el empresario CREA.

Los terneros, provenientes del NEA, ingresan con un peso promedio del orden de 120 kilogramos y se los deriva a un “corral de acostumbramiento”, en el cual, además de un manejo sanitario adecuado, reciben un suplemento proteico, rollos de alfalfa y avena picada hasta obtener un peso de 150 a 160 kilogramos, luego de lo cual pasan a alguna de las cinco ensenadas de recría.

El sistema de recría opera con ganancias diarias que, dependiendo de las categorías y recursos empleados, oscilan entre los 400 a 550 gramos/día/cabeza para terminar los novillitos con pesos de 330 a 350 kilogramos en plazos de nueve a catorce meses.

Los novillitos recriados tienen dos destinos: uno es la terminación a pasto para producir novillos pesados (más de 500 kilos) con destino a cuota Hilton. Y el otro es venderlos a frigoríficos exportadores para que ellos mismos los terminen por su cuenta con el propósito de obtener cortes para cuota 481 de la Unión Europea (UE-27).

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En lo que respecta a las vaquillonas, luego de recriarlas se envían al feedlot propio para terminarlas con unos 350 kilogramos y venderlas para consumo interno. Esa categoría recibe una ración integrada en un 70% por grano de maíz, 20% de silo de maíz, 8% de poroto de soja y 2% de núcleo.

Al final de cada año, tanto en el campo propio como en el arrendado, los socios logran recriar más de 3000 novillitos y vaquillonas, algo que sería imposible de concretar con un sistema pastoril tradicional. “Implementamos un sistema intensivo que logra competirle a cualquier lote agrícola de la región”, dice con orgullo Eugenio.

Los emprendedores lograron unir las piezas para que un campo difícil para la zona se transformase en un potenciador fenomenal del negocio ganadero, algo que no resultó sencillo, porque fue necesario ponerle creatividad y cabeza, además de organizar un equipo de trabajo –que recibe a fin de año un bono por productividad– e invertir en fierros. “Nos gusta la ganadería y le metemos mucha pasión. Sin ese combustible, seguramente no habríamos podido lograr todo lo que alcanzamos”, concluye Eugenio.

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