10 de febrero de 2025 en Buenos Aires

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Viticultura: nuevas variedades con potencial enológico

La identificación de variedades "criollas" permitiría a pequeños y medianos elaboradores de vinos posicionarse con un producto de gran calidad.

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En el marco de un convenio desarrollado entre INTA y CREA se están desarrollando investigaciones con tecnología de avanzada en viticultura que permiten generar conocimientos y posibilidades que hasta ahora se encontraban fuera del alcance de los productores agropecuarios.

Si bien el auge de la viticultura argentina vino de la mano de algunas cepas insignia de origen europeo –con el Malbec a la cabeza– casi un tercio de la superficie de vides del país corresponde a variedades denominadas “criollas”.

Las variedades criollas se consideran autóctonas porque se originaron en Sudamérica como resultado del cruce natural que se dio entre las plantas de vid traídas primero por los españoles y luego por inmigrantes de otras naciones europeas. Así surgió, por ejemplo, el Torrontés riojano.

En los últimos años, algunos agrónomos, enólogos y bodegueros comenzaron a sacar del “arcón de los recuerdos” algunas variedades criollas olvidadas para elaborar vinos muy interesantes con este recurso que es parte del patrimonio genético y cultural argentino.

Hasta hace algunos años, la única forma de diferenciar una variedad de vid de otra era mediante la observación de las características morfológicas de hojas, ápices, brotes y racimos, entre otras variables. Pero ahora la identificación puede realizarse mediante métodos moleculares que son más exactos e inequívocos.

“Gracias a la herramienta de análisis molecular, que estudia partes especificas del ADN, pudimos identificar 28 variedades criollas diferentes, de las cuales 18 corresponden a genotipos no conocidos, mientras que otras 10 ya estaban estudiadas”, comenta Jorge Prieto, investigador del INTA Mendoza.

Para la identificación, los investigadores emplearon marcadores moleculares validados por la Organización Internacional de la Vid y el Vino (OIV), además de estudios nacionales e internacionales en la materia.

Aplicaciones logradas

En el marco de un convenio firmado entre INTA y CREA se están multiplicando e implantando variedades de uvas criollas en viveros y fincas mendocinas y sanjuaninas pertenecientes a empresas vitícolas de la región CREA Valles Cordilleranos.

“En una primera etapa estamos implantando Criolla chica, Balsamina y Anís, mientras que posteriormente trabajaremos con Criolla Nº 1; son cuatro variedades, detectadas por la investigación de INTA, que consideramos, de acuerdo a pruebas piloto realizadas en laboratorio, que tienen potencial enológico”, explica Jorge.

La variedad Anís es blanca y cuenta con un perfil aromático muy particular y similar, en algunos aspectos, al Sauvignon Blanc. La Criolla chica, también blanca, dispone de un buen potencial tánico y puede generar vinos frescos y delicados. Las otros dos, Balsamina y Criolla Nº1, tienen entre sus parentescos al Malbec y podrían ser interesantes para elaborar vinos tintos.

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Viticultura: variedades criollas con potencial enológico.

Viticultura: variedades criollas con potencial enológico.

“Estamos buscando ampliar la escala productiva de las nuevas variedades para estudiar cómo se comportan en diferentes zonas y condiciones. Entendemos que se trata de una alternativa interesante para que pequeños y medianos elaboradores de vinos puedan diferenciarse en el mercado con un producto de calidad”, apunta el investigador del INTA.

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