15 de febrero de 2025 en Buenos Aires

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Riego por goteo subterráneo: una inversión con impacto productivo y económico

El caso de una empresa del CREA Ranqueles, en la zona Centro, sirve de ejemplo para explorar sus beneficios y analizar su viabilidad en otros establecimientos.

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Por CREA Región Centro | CEN

El riego por goteo subterráneo es una tecnología que gana terreno en el agro como una herramienta para mejorar la eficiencia hídrica y potenciar la productividad de los cultivos. ¿Qué factores deben considerarse al analizar una inversión de estas características?

Héctor Luca Boccolini, integrante del Grupo CREA Ranqueles de la Región CREA Centro, administra su empresa en la localidad de Coronel Baigorria, al sur de Córdoba. En sus establecimientos Ivi Marai y La Higuera implementó un sistema de riego por goteo subterráneo en 482 hectáreas, que representan el 32% de la superficie agrícola de la firma, compuesta por 1600 hectáreas.

Esta tecnología optimiza el uso del agua en un ambiente con limitaciones hídricas. En total, la región recibe un promedio anual de 700 milímetros de precipitaciones, concentradas principalmente durante el verano. Además, los campos están ubicados al oeste de la ruta 36, hacia el piedemonte de la Sierra de Comechingones, donde las pendientes pronunciadas favorecen el escurrimiento del agua y aumentan el riesgo de erosión.

Para abordar estos desafíos, la empresa adoptó un enfoque basado en la incorporación de tecnologías destinadas a un manejo hídrico eficiente. En primer lugar, se implementó sistemas de terrazas con curvas de retención, diseñados para minimizar la escorrentía, prevenir la erosión hídrica y maximizar la infiltración del agua de lluvia en los suelos agrícolas.

El sistema de riego acompaña estas prácticas, con un uso más eficiente del agua: “Hemos aprovechado la disponibilidad de agua subterránea y optimizado su uso mediante sistemas de riego y, al mismo tiempo, cuidamos el agua de lluvia para que se acumule en el perfil del suelo y beneficie a los cultivos”, explicó Guillermo Pariani, ingeniero agrónomo y responsable técnico de la empresa.

El riego subterráneo transporta el agua directamente a las raíces de las plantas mediante mangueras enterradas entre 28 y 32 centímetros de profundidad. Esto evita pérdidas por evaporación y mejora la absorción. Además, la automatización del sistema permite un control preciso sobre el volumen de agua aplicado, adaptándolo a las necesidades específicas de cada cultivo según su estado fenológico.

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Análisis previos

Antes de realizar las inversiones, la empresa llevó a cabo un análisis detallado de varios factores. "Nos preguntamos para qué queríamos instalar un sistema de riego. El objetivo era darle al campo una herramienta que permitiera crecer en productividad. Esto era clave, ya que no teníamos posibilidades de expandirnos en superficie", explicó Pariani. Según mencionó, el propietario de la firma buscaba generar oportunidades de crecimiento para generaciones futuras: "La idea era crecer verticalmente en los campos, aprovechando al máximo los recursos disponibles".

El proceso comenzó en 2019 con una etapa exploratoria destinada a analizar aspectos como el caudal y la calidad del agua subterránea, además de las características del suelo. "Antes de instalar cualquier sistema, es fundamental saber cuánta agua tenemos y si es apta para el riego. Es una de las primeras cosas que evaluamos, ya que define el diseño del sistema y su viabilidad", explicó Pariani.

Aunque la zona contaba con antecedentes favorables, por la presencia de otros pozos y sistemas de riego por pivote central, se realizaron estudios específicos. "Hicimos perforaciones exploratorias e íbamos confirmando disponibilidad de agua. Además, tomamos muestras para analizar su calidad y asegurarnos de que cumpliera con los requisitos necesarios para regar cultivos", agregó.

Con los resultados en mano, la decisión final giró en torno a dos alternativas: riego por goteo subterráneo o riego por aspersión con pivote. "En nuestro caso, el análisis técnico mostró que el riego por goteo era la mejor opción. Se dio prioridad en el análisis a conceptos de superficies y condiciones físicas de los campos, la gran cantidad de días al año con viento y la alta evapotranspiración", afirmó, y agregó: "El sistema de goteo nos permitió lograr un manejo más preciso del agua".

Además, el sistema de riego se integró como parte de una estrategia ganadera para garantizar la alimentación de los terneros recriados por la empresa. Cada año, recrían una importante cantidad de terneros en Rivadavia, Salta, y si el negocio de engorde a corral es viable por rentabilidad, son trasladados a los campos de Coronel Baigorria para el proceso de terminación a novillo gordo. "El riego nos da la posibilidad de producir alimentos, como grano y silo de maíz, incluso en años complicados desde el punto de vista climático", sostuvo.

Un Fórmula 1

Además de fomentar el crecimiento vertical y potenciar la actividad ganadera, el sistema de riego tiene como objetivo generar un equilibrio en los ingresos de la empresa. "En nuestra zona, la variabilidad climática es muy alta. Hay campañas con excelentes resultados y otras con números muy ajustados. Con el riego buscamos mantener un nivel de ingresos que aporte estabilidad financiera", señaló Pariani.

Actualmente, en el área agrícola bajo riego, la empresa implementa una rotación intensiva, priorizando gramíneas como el maíz y el trigo, que son los cultivos con mayor respuesta al riego. También incorporan soja en la rotación, aunque su respuesta es menor. "En esta zona, el trigo solo es viable con riego. Gracias a esto, hemos sumado un cultivo más a la rotación", comentó.

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En los maíces de primera y segunda, los rendimientos con riego presentan un incremento promedio del 60% al 70%. En el caso de la soja, el aumento promedio es del 30% al 35%, en comparación con los históricos de la empresa. "Nuestro objetivo es estabilizar la producción. Si proyectamos en una planilla de Excel el manejo adecuado para alcanzar cierto potencial de producción en gramíneas, como trigo o maíz, el riego permite cumplir con esos objetivos, salvo que ocurra un evento climático extraordinario", explicó.

Para lograr estos resultados, el manejo tecnológico debe estar a la altura del sistema. Esto incluye análisis de suelos, elección de híbridos y variedades, fechas de siembra, distanciamientos, fertilización, y monitoreo de plagas, malezas y enfermedades, entre otros factores. "Nos apoyamos en la agricultura de precisión, y también utilizamos el riego como herramienta para fertilizar. La posibilidad de realizar fertirriego nos permite que los nutrientes lleguen directamente a las raíces y sean absorbidos de inmediato por los cultivos", detalló.

El seguimiento incluye parámetros físicos, químicos y biológicos del suelo, además de un balance hídrico y la definición de umbrales de riego según el estado fenológico de cada cultivo. "Estamos trabajando con un sistema de alta tecnología, como si estuviéramos sentados en un Fórmula 1. Tenemos que aprovechar al máximo las herramientas disponibles", destacó.

Con este enfoque, los resultados planificados se cumplen de manera consistente, al menos en el caso de las gramíneas. "Presupuestamos rendimientos de 15 a 16 toneladas de maíz de primera y entre 8.000 y 9.000 kilos de trigo, y los logramos", afirmó Pariani. Sin embargo, reconoció que en la soja los resultados son menos predecibles debido a factores que aún no están completamente definidos. "Estamos convencidos de que este es un nuevo sistema de producción, y el aprendizaje es permanente", concluyó.

Según pasan las campañas

Las imágenes comparativas de las campañas 2022/23 y 2023/24 muestran la producción en secano y bajo riego, donde se destacan las diferencias de margen bruto entre ambos sistemas.

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Según Pariani, existen dos factores principales que explican estas diferencias. "Por un lado, los precios altos de los commodities durante la campaña 2022/23 contribuyeron a mejorar los márgenes. Por otro lado, fue un ciclo seco en nuestra zona, lo que generó un diferencial de rendimiento muy importante entre los cultivos en secano y bajo riego. Estos dos factores combinados permitieron, en la rotación de cultivos, obtener un margen adicional con riego de casi mil dólares por hectárea", explicó.

En la campaña 2022/23, los cultivos bajo riego lograron rendimientos superiores: 16,36 toneladas por hectárea en maíz de primera y 13,75 toneladas en maíz de segunda, frente a 8,9 y 8,71 toneladas, respectivamente, en secano. En soja, la diferencia también fue notable, con rendimientos de 5,65 toneladas bajo riego frente a 3,11 toneladas en secano. Estos incrementos, sumados a los precios altos, generaron márgenes brutos superiores para el riego.

Sin embargo, en la campaña 2023/24 las condiciones cambiaron. "Fue un año bueno en términos de humedad, lo que redujo el diferencial de producción entre riego y secano. Además, los precios de los commodities se desplomaron, achicando el margen bruto adicional del riego respecto a secano", comentó. Los datos reflejan que, en esa campaña, el maíz de primera con riego obtuvo 16,4 toneladas por hectárea, mientras que el secano llegó a 11,1 toneladas. Así, el impacto económico fue menor debido a la combinación de menor diferencial de rendimiento y al contexto de precios más bajos.

Estas variaciones también afectan la rentabilidad de la inversión en sistemas de riego. "Si todas las campañas fueran como la 2022/23, con costos de equipamiento de 4.500 dólares por hectárea y un diferencial de margen bruto de casi mil dólares, podríamos pagar la inversión del riego en pocos años. Pero, con los datos de la 2023/24, el retorno se extendería a muchos", explicó Pariani.

Inversión

¿Cuál es la inversión necesaria para implementar este sistema por hectárea? Según Pariani, no es fácil responder esta pregunta debido a la cantidad de variables involucradas. "El diseño del equipo incluye sala de filtrado, filtros, cintas y goteros, además de las cañerías principales y secundarias, colectoras y las válvulas", explicó. También influye el volumen de agua disponible y la cantidad de hectáreas que se puedan regar, que depende de la capacidad de los pozos. "Además el costo final varía según la profundidad de las perforaciones, cañerías, bombas y la energía utilizada, ya sea electricidad, gasoil o incluso pantallas solares", agregó.

Por estas razones, es difícil establecer un costo fijo. "La inversión puede estar entre 4.000 y 5.000 dólares por hectárea, pero hay muchas variables que pueden hacer que los costos oscilen entre un 20% y un 30%", señaló. Además, destacó que, junto con el aumento de los rendimientos, los costos de producción también crecen: "Al implementar este sistema, debemos abastecer a los cultivos con semillas, fertilizantes y fitosanitarios adecuados al potencial de rinde que definimos con el riego".

El análisis inicial proyectaba un período de repago de entre siete y ocho años a moneda constante, considerando presupuestos básicos y sin diseños específicos. "Sin embargo, terminamos amortizando la inversión más rápido. Hace seis años, cuando iniciamos este proyecto, lo financiamos con créditos, mayormente en pesos y con tasas que terminaron siendo muy favorables", explicó. Gracias a esto, los sistemas de riego ya están amortizados.

El tiempo necesario para recuperar la inversión depende de múltiples factores, como las características del campo, el diseño del sistema y el diferencial de rendimiento entre secano y riego. "Por ejemplo, en campos con altos potenciales de rendimiento donde el diferencial entre riego y secano es bajo, puede llevar muchos años recuperar la inversión. En cambio, en campos de menor aptitud, donde el riego genera un diferencial de rendimiento real, el período de recuperación es más corto", concluyó.

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