Educación: un colegio fundado por empresarios CREA del oeste bonaerense que ya lleva más de tres décadas
Integración a la comunidad: integrantes del CREA América se propusieron fundar un colegio para promover la educación de calidad en la zona oeste bonaerense.
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Los integrantes del CREA América participaron en 1989 por primera vez en un Congreso Nacional CREA –realizado en la ciudad de Mar del Plata– y allí presenciaron una conferencia sobre educación del profesor Alfredo Manuel Van Gelderen que los movilizó de manera especial. Fue el comienzo de un camino que hoy une integración a la comunidad y educación de calidad.
“Van Gelderen anticipó por entonces que la educación pública iba a entrar en un proceso de crisis y que los empresarios teníamos que involucrarnos en esa área en nuestras respectivas comunidades”, recuerda Germán Weiss, miembro fundador del CREA América (región Oeste Arenoso) y ex presidente de CREA.
Del Congreso CREA a la acción
Los entonces doce integrantes del grupo CREA regresaron a América con el propósito de interiorizarse en la cuestión pedagógica presente en su comunidad. “Comenzamos a buscar consensos en el pueblo para averiguar si había interesados y demanda en caso de fundar un colegio y así es como creamos una fundación sin fines de lucro denominada Nuevo Surco y conformada por veintiséis familias”, señala.
¿Cuándo comenzó a funcionar el colegio?
Arrancó en marzo de 1991 con casi todos los grados de primaria y el primer año de la secundaria. La fundación adquirió un terreno de tres hectáreas en la puerta del pueblo para montar el colegio, que posteriormente comenzó a incorporar el resto de los años de primaria y secundaria hasta completarlos.
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Marzo de 1991. Inauguración del colegio Nuevo Surco en América (Rivadavia).
Incursionar en el rubro pedagógico requirió adquirir nuevas habilidades.
Por supuesto. El manejo empresario lo teníamos, pero la cuestión educativa era una novedad para nosotros. El primer presidente de la Fundación y uno de los motores del emprendimiento fue Carlos Barrios Barón. Nos reunimos en muchas oportunidades con Van Gelderen, quien fue el padrino del Colegio Nuevo Surco y nos brindó una gran ayuda, además de colaborar en la convocatoria para contratar al primer director de la institución, Héctor García, que fue clave y estuvo casi dos décadas en el cargo; fue un gran acierto contar con un profesional tan destacado, quien residía en Buenos Aires (CABA) y se trasladó hacia América atraído por la propuesta. Durante muchos años los integrantes del consejo de administración del colegio nos reuníamos con el director los martes a las siete de la tarde –para terminar a veces a las diez, once o doce de la noche– y decidir cuestiones de financiamiento, contrataciones, etcétera. Gestionar un colegio no es una tarea sencilla y requiere muchos recursos y esfuerzo. Hoy miró para atrás y me parece un milagro haber logrado fundar un colegio con las complejidades que tiene una institución de esas características. El colegio fue sumando con los años instalaciones y servicios.
¿Siguen participando los fundadores en el consejo de administración?
La gran ventaja del colegio es la sustentabilidad. Uno de los logros más importantes es que ninguno de los fundadores estamos ya en el consejo de administración del colegio. Hemos ido pasando la posta a otros integrantes más jóvenes de la comunidad, que le han conferido a la institución su propia impronta. Este año, por ejemplo, se inauguró el jardín de infantes con salas para tres, cuatro y cinco años. Cuando nosotros comenzamos, había oferta suficiente en la comunidad de educación inicial. Pero ya pasaron 34 años desde esa instancia y América ahora es una comunidad mucho más poblada. El colegio, sin ninguna subvención estatal, tiene doble escolaridad con especial énfasis en aprendizaje de inglés y muchas actividades extracurriculares.
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Colegio Nuevo Surco en la actualidad
¿Se trata de una institución abierta a la comunidad?
Sí, el colegio cuenta con un comité de becas que, en función de las posibilidades de cada familia, ofrece becas en diferentes proporciones que llegan hasta el 100% de la cuota. Parte de la matrícula está becada porque el propósito es que todo el que quiera estudiar en el colegio pueda hacerlo.
¿Qué le dirías a alguien que quizás está pensando hacer lo mismo en su comunidad?
Primero, que si quieren hacerlo, que lo hagan. Uno de los conceptos clave que puedo decir es que el colegio cambió al pueblo porque la educación –junto con la salud y la generación de oportunidades– es un aspecto crucial para el desarrollo local. Contar con un colegio que pueda brindar educación de calidad cambia la configuración del pueblo porque hay mucha gente que elige vivir en el mismo, ya sea que opte por quedarse en él o que provenga de otras regiones. Otro aprendizaje es que es algo que no lo puede hacer alguien en soledad, sino que debe instrumentarse como un proyecto comunitario en sociedad; requiere generar conciencia y consensos, además de crear un formato que sea sostenible en el tiempo, porque lo que puede empezar con muchas ganas, con los años el ímpetu se va desinflando y es necesario saber pasar la posta a gente con nuevas ideas, los cuales, con el tiempo, repetirán el ciclo: así es como las instituciones perduran. Los fundadores formamos parte de un consejo consultivo del colegio, que es convocado en ciertas ocasiones especiales. Contar con un colegio como Nuevo Surco en una comunidad de unos 12.000 habitantes es algo muy valioso.
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Marzo de 1991. Izquierda: el profesor Alfredo Manuel Van Gelderen en el acto inaugural del colegio Nuevo Surco. Derecha: Carlos Barrios Barón, primer presidente de la Fundación Nuevo Surco, en el acto inaugural de la institución.
A nivel personal, ¿qué aprendizajes obtuviste?
Lo primero que puedo decir es que es una de las cuestiones que, además de la familia, más orgullo me genera; es una medallita que tengo colgada. El aprendizaje es grande en lo que respecta a generar consensos con integrantes de la comunidad, padres y profesionales de la educación. También me ha servido para tener una mirada más amplia, porque gestionar una fundación que brinda un servicio público te permite interactuar con funcionarios municipales y referentes de la comunidad, lo que te lleva a interiorizarte sobre diferentes demandas. Así es como, luego de inaugurar el colegio, formamos una asociación civil –Mejor Salud para Rivadavia– dedicada a brindar apoyo al hospital municipal. El emprendimiento del colegio permitió generar la base de aprendizajes para realizar diversos aportes a la comunidad, como es el caso del Centro para la Formación de Emprendedores de Rivadavia (Cefer), una asociación sin fines de lucro público-privada que se fundó con el objetivo de integrar el mundo de la educación con el de la empresa, de manera tal de incentivar el impulso emprendedor local; unas de las iniciativas de Cefer es América Agroinnova, una organización dedicada a formar profesionales y generar proyectos de investigación que permitan comprender e identificar problemáticas vinculadas con la producción agropecuaria en el oeste de la provincia de Buenos Aires.
¿Qué rol tuvo la metodología CREA en la construcción de las diferentes iniciativas?
El hecho de que muchos de los fundadores del colegio hayamos sido parte de la red CREA fue un activo importante porque permitió integrar miradas muy diversas para llegar a consensos. Sin acuerdos, es muy difícil seguir adelante con emprendimientos tan grandes, los cuales tienen que desarrollarse en comunidad para que sean sostenibles. Seguramente se puede hacer algo así sin ser parte de CREA, pero el hecho de trabajar con una metodología como la de CREA facilitó mucho las cosas.
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Marzo de 2025. Inauguración del jardín de infantes Nuevo Surco.